Programa FpN: El intelectualismo moral desde un práctica de Filosofía para niños y niñas

Hace un mes realizamos un interesantísimo curso de Filosofía para niños y niñas en el CEP Granada. Tengo alguna formación aparte de la aprendida allí y realizo habitualmente prácticas relacionadas con este tema. El ejemplo que quiero plantear lo he llevado a cabo en varias ocasiones con alumnado de 1º de Bachillerato, en la asignatura de Filosofía. Anteriormente también lo había llevado a cabo en la asignatura de Filosofía y Ciudadanía y creo que da excelentes resultados para fomentar la práctica filosófica y la reflexión. Con este procedimiento se suele conseguir que el alumnado se interese por los contenidos teóricos que después va a conocer (el debate entre el intelectualismo moral de Sócrates y el relativismo de los sofistas) y que sea capaz de posicionarse y de trabajar varias habilidades filosóficas como luego veremos. El comienzo de la actividad es un experimento mental. Los experimentos mentales son un procedimiento muy usado a lo largo del curso y que sirve (como ellos ya saben a estas alturas del curso) para reconocer nuestros prejuicios (sin connotación negativa), es decir, para explicitar “aquello que sabemos, pero que no sabemos que lo sabemos”. El experimento mental es este:

Náugrafos en el mar

Por algún motivo naufragas en mitad del océano y para intentar sobrevivir tienes dos opciones, o bien nadas hasta una isla de lo que solo sabes que está habitada por expertos y expertas en ética de diferentes universidades del mundo que naufragaron por allí hace apenas una semana, o bien nadas hasta una isla habitada por personas sin estudios ningunos que igualmente naufragaron allí hace apenas unos días. ¿Cuál sería tu elección? ¿Dónde crees que podrías tener una vida mejor? ¿Dónde crees que se podría tener una vida más feliz? ¿Dónde crees que serás más libre? ¿Dónde crees que se generaría una sociedad con mayor igualdad? ¿Dónde es más probable que no haya violencia? ¿Por qué?

Este planteamiento inicial lo suelo plantear teatralizando un poco. De broma, les cuento que si tardan más de dos minutos en decidirse se ahogarán. Es probable que intenten plantear soluciones mixtas y debemos situar este planteamiento como un dilema: o una u otra. Aunque por supuesto, y como es lógico en filosofía para niños y niñas, se valora la capacidad de autocorrección. Se puede cambiar de opinión en mitad del debate. Es importante que tengamos, como facilitadores del diálogo que somos, una clara neutralidad. En principio dejamos que la investigación discurra por los cauces naturales que vengan pero debemos también de intentar llevar con nuestras preguntas tras las intervenciones del alumnado hacia el planteamiento ético que hay detrás. Es decir, el tema que vamos a ver después es si el conocimiento determina o no una mejora en la dimensión moral de la vida. El alumnado que defienda que es probable que haya más justicia o menos posibilidad de violencia en la isla de los expertos en ética sostiene, de manera implícita el intelectualismo moral como una creencia a la que, en ese momento, le está dando forma. Mientras el alumnado que se siente más seguro entre personas sin estudios probablemente considera que la sociedad y el conocimiento envilecen más que mejorar a la persona. Como facilitadores del diálogo no debemos moralizar pero sí podemos potenciar con nuestras preguntas el que mejoren sus argumentaciones (habilidad filosófica de “ayudar a razonar”). Así, por ejemplo, al que tenga la primera intuición se le puede plantear si por tanto cree que las personas sin estudios son más malas que las personas con estudios y a los segundos, que para qué estudian si creen que los estudios no hacen mejores a las personas….

Guillermo Gómez Oehler (Willi Gómez)

Profesor de Filosofía en IES Jiménez de Quesada

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